Hoy hemos creado fuego
cantos estallidos del corazón
brotes de baile, ritmos resonando.
Aprendiendo a vivir
Aprendiendo a sentir
Me encuentro en el árbol
Giro vaciándome
Me encuentro con la fuerza
que necesito, con la flexibilidad, con el descanso
Encuerpo la soltura, mirada
determinada, ahora y ahora
suave, dejo entrar la resonancia,
la divinidad.
“No acumulamos abundancia, nos abrimos a ella” Aprendiendo a sentir el aleteo del colibrí que es mi corazón
de la mariposa que es mi alama.
Aprendiendo a sentir
la textura de las hojas en mi cara
el sonido de la flauta en el viento
la pulsación de los látidos de los seres de luz
la belleza de mi propia ofrenda
el naciente deseo de dar más y más
de crear harmonía y belleza y ofrenda
de vivir la sacralidad.
Post-retreat
I am light of skin, the water stream tickles the blood coursing thru my veins.
(I want to put myself in service, I want to read my novel, I want to share my writing, read it out loud, record).
My gaze is soft, my emotions roll off my tempered state. I am potential, I am a body of breath, I have my vital sexual pulse to support me, I have my home, I have my connection to the sky, the soles of my feet for grazing the Earth, for kissing the ground. I have my nose to to give my eyes a rest. I am porous, I am soft, I am slow. I am my own. I feel in love with myself, more patient and tolerant.
Reflexión
El otro día en el retiro Voces del Corazón a las faldas del Iztacíhuatl en el Templo del Sonido del Ashram Iztac, San nos invito a respirar desde el piso pélvico, activando nuestra energía primordial, buscando destrabar emociones y creencias atoradas en nuestro eje vertical. Encarnamos lo que provenía de este espacio en movimiento y luego en un mantra. Me llegó “Soy todo-soy nada”. Estas son mis reflexiones al respecto.
Primero que nada el no soy nada. Sí, priorizo la humildad pero también menosprecio mi propia voz, mis creaciones con la creencia que no son más que influencias externas, una confluencia de los y lo que admiro. Pero lo que emerge de mi requiere mi sensibilidad, mi aprecio, mi particular expresión. Una historia que no tenía claro que me estaba contando. O a veces sí, pero se me olvida. Por eso la práctica, la disciplina no para amoldar, si no para desechar la distracción.
Curiosamente, esta frase de ‘soy nada’ venía acompañado por un movimiento del cuerpo que me agrandaba. Arcaba la espalda, alzaba los brazos e inhalaba. Como recordándome, vaciándome de los demás. Sintiendo mi fuerza y mi divinidad al desechar todo lo demás que me suele ocupar – estrés, responsabilidades, emociones abnegadas o sostenidas. Claro no puedes desechar algo que no conoces, te obliga a voltear a ver qué es lo que estás sintiendo realmente. La calidad de la atención. La misma atención que me recuerda que soy mis sentidos, las hojas que acarician mi cuerpo, el canto de los pájaros que me elevan y aterrizan.
‘Soy todo’- soy mis tótems, mis símbolos claros de lo que quiero en mi vida, la flauta en el estante, la poesía me susurra, los cuadros de lo que ha sido y a lo que quiero regresar. Mis maestros, mis dolencias, la felicidad del vecino, su dolor. Cuando he vaciado mi corazón tengo espacio para serlo todo.
Escucho lo que emerge – un deseo de bendecir, de sanar, de compartir mi particular forma de medicina, herramientas para respirar. Cantar, escribir, bailar. De poder voltear a ver lo incómodo sin atorarse ahí. De apreciar las sutilezas de la vida y bailar entre la aceptación y la motivación por cambiar.